DORIN POPA

 

Nadie comprende a nadie

pretensiones absurdas tantas veces he tenido
un radar perfecto creía que era mi alma
para tus pasos para tu aliento
para tu llanto

bajo la piel del otro celosamente, con amor
podríamos por fin llegar redentores
si no descubriéramos defraudados
que somos prisioneros de nuestra epidermis

tu canto y tu llanto, tu mirada
las emociones, la singularidad y los sueńos
todos son míos por los siglos de los siglos
y todos para siempre me serán extrańos

entre sollozos te estrecho perdido
te abrazo como no podré abrazar nunca más
perduras en mí más profundamente que en tu corazón
y estremecido te susurro desde la lejanía:
¡nunca nadie ha comprendido
a nadie!

 

Atornillarse a un orden secreto, imprevisto

 

desde siempre, me ha hechizado
el momento en que los hombres pierden sus pequeñas alas,
el momento en que empiezan a atornillarse lentamente
en sus vidas
con una especie de frenesí

desde siempre, con idéntica sorpresa,
he contemplado intrigado como mis semejantes se sumergen
en esas vidas suyas con indiferencia,
con indiferencia y cansancio,
con una languidez dulce y triste – petrificada

silenciosos, a escondidas, mis amigos se han atornillado
unos en broma, gráciles, con sonrisas discretas,
otros, con decisión, obstinados, se han deshecho
temprano de vellos y plumones –
en vano los llamo, en vano grito desesperado
y tiro de sus piernas hacia atrás…
ellos han entrado hasta la cintura, hasta las orejas
en sus vidas

ya no quieren, oh, no quieren para nada
escuchar otra cosa que el sonido nutritivo
de su enroscar en este mundo, en esta vida,
en esta muerte

oh, mis amigos han desaparecido por completo
engullidos por sus vidas insulsas, hambrientas, marrón-desesperadas
y yo, extraño e inmaduro, veo como lo posible se estrecha
como se ha contraído en una mancha, en un rastro
después, en el hálito ilusorio de un recuerdo
del que nadie puede confesar
nada


(trad. por Angelica Lambru)

Autoretrato

todo lo que podría alcanzar
y no alcanzo

todo lo que podría entender
y no entiendo

todo lo que podría ser

 

Confesión en diciembre

le pedí siempre al otro, con dureza,
que mirase las cosas de frente,
pero yo no las miré

mis condenas todas
permanecieron frente a mí durante ańos
pero no supe seguirlas
no supe seguirlas, no supe comprenderlas
no pude descifrarlas
hasta el final
nunca
supe llevar nada
hasta el fin

sólo la juventud pasa,
sólo la alegría pasa,
sólo la vida pasa,
sola, mi culpa entera perdura
- nunca supe llevar nada
hasta el fin;

siempre pedí al otro con dureza
que mirase las cosas de frente,
pero yo volví el rostro

y ahora cuando
nada espero
mi esperanza
es más fuerte que nunca

(trad. por Angelica Lambru)