MARIANO CASANOVA

VALERO

mima ama mimo

 

Ríe
Sonríe
Ama
Mima
Mimo
Amor
Con
Judío
Es
Marcel
Oh
Viva
Vivo
Bip

Él
Es
Marceau
Señor
Don
Oh.


 

carta a los niños

 

A Carlotta

Queridos niños:

 

Me había prometido guardar un cierto silencio antes, no iniciar otra misiva más con ejemplares recomendaciones futuras de adultos; pero estimo que, un niño y una niña, son mayores desde el preciso momento en que nacen. Yo mismo soy hermano menor e hijo vuestro, y las cosas, todas las cosas ciertas en su prontitud, también son hermanas, hijas vuestras. Por eso, contradiciéndome ahora, me permito agitar el emotivo margen de unas cuantas palabras.

 

Y voy a contaros la historia de un niño y su estrella, esa grande o pequeña estrella brillante, muy brillante, de plata azulada, y que, tal vez, tú solamente veas con los ojos del corazón. Todas, todas las noches el niño miraba a su estrella mientras soñaba, así el cielo estuviera nublo o hiciera tanto frío. Porque para el niño, el resto de estrellas dispuestas sobre los tapices del cielo, eran como pálidos reflejos, sombras vagas comparada con la suya primera. Pero una noche, muy a su pesar, ay, descubrió que su estrella faltaba, no había sido ahí dibujada. Entonces, lloró, de veras que lloró amargamente. Y, sin embargo, aconteció que de algún lugar –para mí aún desconocido--, una otra estrellita surgía, brillante, muy brillante, de plata azulada por dentro y por fuera, invitándole a cesar en su llanto e instalarse felizmente en ella.

 

Por lo demás, mi pequeño hombrecito, mi pequeña mujercita, en la vida no todo son estrellas brillantes de plata azulada realmente. Ah, pero si amas, si piensas, si adviertes, si crees, si sientes que eres profundamente libre: no desfallezcas jamás, no ceses, no obedezcas. Por el contrario, salta, corre, vuela, improvisa, ahonda, escapa, abre, baja, imagina, descubre, quiebra, inventa, juega, recrea, arriesga siempre, comparte penas y gozos. A fin de cuentas, el mundo, los universos, esto y lo otro, son globos, azúcares, manzanas, embustes, átomos. Y el hombre, nuestro más íntimo ser, un gran corazón sujeto que vamos a tener que volver a inventar, tú y yo.

 

Con mi admiración por cuanto puedas ser.

Mariano