A MIS AMIGOS
Gritan mis huesos
predestinados al caos
comen de mí los cangrejos al regreso del río
me quedo sin sombra y sin dios
entre los restos de la mañana
aislado hasta la unidad floto
en tantos lugares
que acorralado en el límite del eco
converso con los poetas
humildemente
y a veces, sólo a veces tiemblo
ante el ojo ciego de la tormenta
donde alguien robó mi palabra
donde alguien archivó mi nombre.
"De la desesperanza y otros poemas" México, Frente de
Afirmación Hispanista, México, 1999
CONFESIONES
Renuncié
al puesto de persona sensata
para escribir frases inútiles y jugar con los locos:
ahora escribo silencios
para conversar con los muertos
-rumiando agonías y destellos-
y desando las aguas
cayéndome a pedazos en el día,
mordiendo el sol que debe estar esperándome
cuando muera,
porque también cuesta la vida querer ser uno.
Se me
agobian los cansancios,
se me mueren los muertos,
escribiendo silencios.
AUTORRETRATO
A LOS CUARENTA
No es
lo tuyo poesía sino sombra
que duerme su muerte entre las hojas
de tanto libro inútil
y este atardecer repetido,
cenizas que se avientan espantadas
cuando sale el sol sobre la página.
No
eres poeta sino escribiente de actas,
oficinescas e infamantes,
de aberrantes sucesos desgraciados.
No
eres ni torre, ni planta, ni gusano,
apenas una voz ronca,
sólo un ladrido sin perro.
La
poesía yace aquí ahora
en las tablas de las gavetas,
perseguida y arrancada de los cuadernos inconclusos,
ignorada por los que apacentan vacas
con hojas de ignominia.
Tanto
mundo en el corazón se fue al carajo:
los dioses nunca volvieron
y ya no hay tiempo para poetas fracasados.
ASEDIO
A LAS HORAS III
Sueño
el olvido que se ha ido
-ese animal invisible que te ataca,
ese rumor callado de los besos-
tras la lluvia
al pie de la tarde
llueve
agonía todas las horas
en esta conjura delirante
que fabrica mi muerte en recodo gris.
Los
portales abiertos de tus manos
dibujan de adioses el paisaje
al fondo de todo
y soy jinete decapitado
perdido entre puentes
árbol caído de verde
palabra inaudible de las ruinas
sangre derramada en el hielo
y en la terrible vigilia del ojo.
No
guardes mi muerte
cuando pueda olvidar habré regresado.
|